martes, 7 de agosto de 2012

J.R.R. Tolkien

J.R.R. Tolkien era un buena vida. Es decir, alguien que disfrutaba con una abundante comida hecha en casa, con paseos por el campo en los largos atardeceres del verano, con una buena conversación sin afanes y con mirar la chimenea en la noche, mientras cebaba su pipa y bebía un té. El ritmo plácido de la campiña inglesa. Una vida simple y feliz que en las vecindades de Oxford, donde Tolkien tenía su casa, todavía era posible. Vida simple y feliz que él logró trasladar a la Comarca, ese paraíso perdido que nos enseñó a amar y donde él sólo era un hobbit más.

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